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Fertilidad: Comprendiendo el Impacto del Estrés y la Salud Digestiva

En la clínica diaria podemos pensar que en la mayoría de los casos la base del problema a la hora de lograr un embarazo es la carencia de algún nutriente. Pero realmente ese no es el problema, sino la punta del iceberg. En la mayor parte de los casos esa carencia viene dada por una patología previa, un problema digestivo y, sobre todo, por situaciones de estrés mantenido en el tiempo que acaban consumiendo los recursos internos y además programando al sistema para que no permita el embarazo.

Debemos entender que una patología activa en cualquier aparato supone un desgaste para el organismo, que tratará de inflamar el tejido o de regenerarlo por todos los medios posibles, enviando allí todo el material y sustrato de reparación. De esta manera sacrifica y deja en carencia a otros órganos en los que, en ocasiones, se encuentran los tejidos ginecológicos.

En el caso de los problemas digestivos es más evidente aún, pues este tejido en mal estado no logrará realizar correctamente el proceso de digestión y absorción de los nutrientes, aun cuando la cantidad y tipo de alimento que se está ingiriendo sea el correcto. La propia microbiota intestinal, si no es la adecuada, puede convertir ese alimento que es adecuado en algo tóxico o impedir la absorción de

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determinadas sustancias imprescindibles para el correcto funcionamiento de los órganos de reproducción.

Y, por otro lado, lo más repetido e invisible, el estrés mantenido en el tiempo. Esta situación obliga al organismo a realizar cambios en el reparto energético y en el equilibrio hormonal a favor del sistema nervioso, para lograr mantener los sistemas de estrés o resolución activos bajo uno o varios estresores presentes. Esto permite al sistema nervioso obtener más energía, lo que es prioritario para nosotros, y de forma paralela surge una carencia de energía o sustratos en determinados tejidos. Dependiendo del terreno de la persona, esta carencia puede ser en el sistema reproductor, impidiendo así que se produzca los procesos de fertilidad.

Por tanto, es imprescindible lograr la resolución y equilibrio de los sistemas prioritarios como el sistema nervioso y atender a los periféricos y al sistema hormonal antes de centrarse en los tejidos del sistema reproductor. Estos tejidos siempre van a ser secundarios en los procesos de fertilidad, aunque la mirada convencional les preste atención exclusiva en dichos procesos.

Por Fernando Aparicio

 

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