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LA TÉCNICA DE REFLEXOLOGÍA PODAL

Los prehistóricos caminaban y cazaban descalzos; eso activaba todo el organismo al producirse un estímulo constante en sus pies. Sin saberlo, practicaban una especie de reflexología podal. Si además le añadimos el contacto directo con la tierra, que produce ese intercambio energético “tierra-humano”, no es difícil entender los beneficios que les aportaba esta técnica. Me remonto a la prehistoria porque la reflexología es una terapia tan antigua como la humanidad, una terapia que nos armoniza y equilibra. ¿No es cierto que nos agrada caminar descalzos sobre la arena de la playa o sobre el césped? Eso nos aporta calma y nos relaja. Somos el único animal que lleva zapatos y, en muchas ocasiones, eso nos produce una serie de trastornos por el propio calzado y nos impide ese estímulo que tenían nuestros antepasados al no usarlos.

Después de esta introducción diré que la reflexología podal es una terapia manual basada en la existencia de zonas y puntos reflejos de nuestro organismo en el pie. Esos puntos representan todos los órganos, glándulas y sistemas de nuestro cuerpo.

Esta técnica nos permite, entre otros muchos tratamientos, aliviar un dolor, regular un órgano determinado, mejorar la circulación sanguínea o favorecer la eliminación de sustancias tóxicas de nuestro organismo. Por tanto, complementa en gran medida los tratamientos alopáticos favoreciendo la recuperación de las enfermedades.

 

Cuando hay tensiones, bloqueos, dolores o enfermedades se reflejan (reflexo) en determinadas zonas del pie y se pueden tratar (terapia) mediante presión en estos puntos con una técnica determinada y concreta para cada parte del pie (reflexoterapia). Esta presión libera la energía bloqueada y mejora el desequilibrio orgánico que nos producen las diferentes patologías.

Es importante remarcar que la reflexología podal es adecuada para cualquier persona, desde niños hasta ancianos, estén enfermas o no. En el caso de personas sanas favorece el mantenimiento de su salud.

 

Esta técnica presenta algunas contraindicaciones como estados febriles, trastornos locales de los pies, hongos o heridas. Es por ello que para obtener el máximo beneficio de esta terapia hay que solicitar que la realice una persona formada y especializada.

 

Una vez pruebas la reflexoterapia, tu cuerpo te lo agradece, bien sea dándola o recibiéndola.

 

Por Javier Molina

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