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Medicina natural en infecciones

VIRUS, SISTEMA INMUNOLÓGICO Y LA TERAPIA NATURAL

La terapia natural tiene diferentes enfoques sobre los procesos infecciosos. Unos de filosofía más positivista que hablan de la necesidad biológica de estos procesos para mejorar la capacidad inmunológica de nuestro organismo, y otros podríamos decir más finalistas que hablan de que el objetivo de estos es la regulación y equilibrio de las especies.

Sin querer definirme en una corriente concreta, quiero apostar en este artículo por facilitar información de los antiguos médicos,  ya que muchos trabajaron y vivieron épocas de auténticas pandemias como son el cólera, la peste o la sífilis, y a su vez tener en cuenta el conocimiento y el contexto actual.

En la sociedad actual, las medidas higiénicas son rotundamente las más controladas que ha habido en la historia de la humanidad. Eso tiene grandes beneficios para la salud comunitaria y, a su vez, puede tener inconvenientes como ciertas desadaptaciones del sistema inmunológico en las que no voy a entrar. Pero no debemos olvidar que no estamos solos y que vivimos un mundo biológico competitivo, donde los microorganismos también evolucionan y mutan en favor de su especie.

No debemos perder esta perspectiva, ya que en estos primeros días de cuarentena se nos presenta un comportamiento de la sociedad como poco higiénico y contaminado de microorganismos. Esto lo percibimos ahora por el contexto atípico que tenemos, no obstante, las medidas higiénicas básicas diarias de nuestra sociedad son suficientes para el control habitual de los agentes externos microbianos.

Sin embargo, volviendo al análisis más clásico, un patógeno es un agente externo que, sin tener en cuenta las cepas más virulentas, es dependiente del estado del anfitrión para su invasión y evolución. Es decir, el estado del terreno de la persona es fundamental para que este patógeno sea invasivo y cause la infección o no.

Por tanto, la medicina natural hace lecturas desde la biotipología del individuo, es decir, desde su constitución, sus predisposiciones y su estado de salud previo a la infección. En el caso del coronavirus, parece ser que en las tipologías longilíneas o tuberculínicas son más prevalentes. Estas tipologías tienden a debilidades del sistema respiratorio e inmunológico.

¿Qué debemos tener en cuenta fuera de la existencia de un agente externo?

  1. El estado de salud previo a la llegada de dicho agente. Algo que a su manera la medicina actual está teniendo en cuenta en este brote, poniendo como factores de riesgo a personas con patologías respiratorias comunes o incluso tuberculosis en el pasado, patologías metabólicas o inmunodeprimidos.
  2. La carga viral a la que el anfitrión es sometido. A más carga viral más probabilidad de ineficacia del sistema inmunológico.
  3. El estado de las barreras inmunológicas. Si la carga viral es muy elevada, este punto es indiferente. Pero ante una carga viral, si tus barreras inmunológicas como son la piel, el tubo digestivo o el aparato respiratorio funcionan correctamente, pueden evitar paliar el contagio.
  4. El estado de inmunosupervisión o maduración del sistema inmunológico. Para que el sistema inmunológico tenga una correcta forma de actuar es necesario que disponga de las herramientas necesarias tanto a nivel bioquímico como a nivel energético. Por ejemplo, si este sistema está obligado a derivar su energía a otros órganos o sistemas, será incompetente a la hora de efectuar sus funciones de defensa. O si sus necesidades nutricionales no están cubiertas inmunológicamente, no podrá responder adecuadamente ante el agente externo.

Por tanto, para acabar sugiero unas ideas que pueden servir para un buen funcionamiento inmunológico:

  • Reducir la carga viral en contacto con el individuo. Además de las medidas sociales actuales, es beneficioso el hábito de ventilar los espacios. Si piensas que abrir la ventana va a hacer que entren más microorganismos, te equivocas, la mayoría de ellos están en contacto contigo. Además, el beneficio para el organismo de oxigenar y airear las estancias es superior al riesgo de abrir una ventana.

También puedes utilizar aceites esenciales de uso comprobado como antivíricos. Por ejemplo Ravintsara, Cajeput, Árbol del té o Eucalipto, en forma de masaje, enjuague o en difusión en el ambiente.

  • Mantén tus barreas inmunológicas en orden. Esto te proporcionará más resistencia a agentes externos y economizará el trabajo del sistema inmunológico. Es un trabajo que lleva tiempo. Si tu alimentación es inflamatoria, tu microbiota inadecuada, tu boca tiene sangrado o inflamación, tienes problemas respiratorios o una patología de piel, comienza a trabajar en ello.
  • Permite que tu sistema inmunológico sea eficiente. Si tu nivel de estrés, tu descanso y tu forma física no son correctas, piensa que el sistema inmune no podrá operar al cien por cien. En la distribución energética entre sistemas hará que el sistema neurológico robe mucha energía al resto de aparatos. Regula tus ejes de estrés con yoga, meditación, mindfullness, etc.
  • Nutre correctamente al sistema inmunológico. La inmunonutrición es fundamental, come alimento fresco, prebióticos, probióticos, sulfurafanos, alimentos que faciliten la digestión, que cierren la barrera intestinal y que sirvan para que el sistema inmune pueda responder correctamente.
  • Supleméntate con vitamina D. Además de hacer ejercicio al aire libre para sintetizar esta vitamina, también es necesario introducirla en cantidades ponderales. Esta vitamina también es una hormona, modula la respuesta inmune, y es fundamental en la maduración y diferenciación de las células inmunológicas. Además de suplementarte, puedes incluir la vitamina D en la alimentación a través de las setas y hongos, alimentos que son específicos para el sistema inmunológico.

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